Aprendiendo más que Coreano. Jul-Sep 2007

Hace poco más de un año que llegué a este bello país de Corea para continuar mi formación sacerdotal misionera. El primer paso de mis estudios es el aprendizaje del idioma coreano, etapa que en la que me encuentro en estos momentos y de la que quiero compartir un poco en esta oportunidad.


La experiencia del aprendizaje de idioma coreano no ha sido fácil, pero sí muy bonita y enriquecedora. Recuerdo que cuando llegué a Corea no sabía ni una sola de las letras del Hangul (lo equivalente a nuestro alfabeto) y solo sabía decir aniongjaseo (hola) y cansajamida (gracias), así que como quien dice comencé de ceros. Antes de asistir a la universidad Alberto y yo tomamos un curso intensivo de coreano en casa lo que nos ayudó a tener un poco de elementos puesto que en la universidad desde el primer día todas las clases fueron sólo en coreano.


Como es obvio en la universidad, en el departamento de idioma coreano todos los estudiantes somos extranjeros, lo que me ha dado la oportunidad de convivir con personas de diferentes países, diversas culturas, costumbres, religiones y maneras de pensar. Entre mis compañeros ha habido personas de diversos países como China, Japón, Taiwán, Bangladesh, India, Mongolia, Canadá, Polonia, Inglaterra, Croacia, Rusia, Alemania, USA, Argentina, etc.

Durante el estudio del coreano en la universidad he tenido experiencias con los compañeros de la escuela que me han enseñado muchas cosas pero sobre todo que los seres humanos, sin importar lo diferentes parezcamos exteriormente, en nuestro interior todos somos similares, todos tenemos amor para compartir, metas por cumplir, sueños por realizar y estamos en busca de algo que le dé sentido a nuestra vida y nos llene de felicidad.


Cuando estaba en el seminario en México escuché hablar más de una vez de Las semillas del Reino que están en los corazones de mucha gente de buena voluntad que a pesar de que aún no conocen a Dios actúan según la ley que Él les ha infundido en sus corazones. Sin querer y sin pensarlo mis compañeros de la escuela me han dado una gran lección de teología, pues en ellos he experimentado estas semillas del Reino que Dios ha puesto en sus corazones.

Por si esto fuera poco a través de los compañeros he recibido grandes lecciones de amistad, solidaridad, compañerismo, servicio, dedicación, lucha por hacer realidad los sueños, etc. No cabe duda que en estos cinco trimestres que he estudiado en la universidad he aprendido mucho más que coreano.

Alejandro Rodríguez Elías.
Seminarista en Corea.