Sediento de Dios

En el mes de febrero del 2008, fui a Misa a una de las parroquias donde trabajan nuestros sacerdotes misioneros de Guadalupe (la Parroquia de Santa Margarita, donde trabaja el P. Gabriel Altamirano). Estaba yo cansado de escuchar hablar en cantones y sobretodo de no entender nada, así que decidí llegar a la celebración de la Misa en Ingles. Tuve la oportunidad de estar en la parroquia antes de iniciar la Misa por lo que tuve tiempo para mi oración personal.



Durante la celebración de la Misa, siguiendo las lecturas que fueron del tercer domingo de cuaresma. La invitación del padre celebrante fue a escuchar a Jesús que nos pide a nosotros de beber, pero sabiendo que nuestra agua no sacia su sed, Jesús nos ofrece “Agua Viva”. En ese momento vino a mi mente aquella otra ocasión en la que Jesús Tiene Sed (cuando esta clavado en la cruz). El sacerdote nos invitaba a pedirle a Jesús “Agua Viva” para nuestra vida, y nos invitaba a no rechazar el “Agua Viva” que Jesús nos ofrece.





Yo me preguntaba que cosas nos cansan y nos dan sed? Recordé lo difícil que fue para mi empezar a estudiar y hablar otra lengua como el Ingles, y ahora el cantones. Estudio que me agobia y agota psíquica y anímicamente. Durante la Misa un grupo juvenil amenizaba la celebración con cantos e instrumentos, por unos momentos mire a los jóvenes y el entusiasmo y sentimiento con el que cantaban, alababan y nos motivaban para elevar nuestro espíritu y corazón a Dios. Hubo un momento que recordé aquellas veces que yo cantaba y alababa a Dios en mi comunidad, cuando yo era parte del coro de mi comunidad. Reflexione y me di cuenta que estaba sintiendo lo mismo que Jesús aquella tarde, yo también estaba sediento. Sed de sentir su presencia en la Celebración Eucarística, Sed de fe y confianza en El, Sed de ayuda de Jesús, pues con el estudio del idioma se me olvidaba vivir y celebrar con fe el sacrificio eucarístico, me di cuenta que mi Fe estaba en peligro y desde luego mi vocación. El estudio y tareas del idioma me robaba la oportunidad de vivir mi fe, mi entrega y mi encuentro con Jesús.











Al terminar la Misa mis ojos estaba llenos de lagrimas porque me sentí vacio; descubrí que mi vocación y deseo de entregar mi vida a la labor misionera estaba sedienta de esa “Agua Viva”, de Jesús presente en la Eucaristía. Descubrí que nuestra vida de fe y vocación peligran cuando otras cosas interfieren en nuestro encuentro con Dios. La fe y vocación peligran cuando nos preocupamos por hacer mucho pero sin buscar y profundizar en el encuentro, unión e intimidad con el Dios que sacia nuestra sed y renueva nuestras fuerzas para seguir trabajando en la construcción del Reino.



Así que agradecí a Dios el haberme hecho ver el vacio espiritual de mi vida y le pedí que me permitiera nuevamente descubrirlo y unirme a El en la oración persona. En el sacrificio eucarístico. No dejemos que otras cosas, por muy buenas que sean en nuestra vida nos aparten del encuentro con Cristo. No expongamos nuestra fe y vocación al peligro de la soledad y el sin sentido de trabajar por el Reino de Dios.
Fernando Salazar Casango, Seminarista MG en Hong Kong.