La barca

El tiempo cuaresmal esta marcado por momentos de oración y penitencia, así como un tiempo de preparación espiritual para celebrar el misterio de nuestra fe: Jesús Resucitado. La mayoría de los cristianos en Hong Kong tienen como regla personal participar en algún retiro anualmente, principalmente en cuaresma, sea como comunidad en su propia parroquia o de manera individual, pero siempre tienen un espacio en su agenda para tener este momento. En mi primer semana de ejercicios espirituales a mi arribo a Hong Kong, tuve la oportunidad de ver cómo, católicos y cristianos por igual, intentan vivir al menos un tiempo de oración y silencio, si es posible un fin de semana completo, para tener un encuentro intimo con el Señor. En esa ocasión estuve en la Casa de Retiros San Francisco Xavier que se encuentra ubicada en una en la Isla de Cheung Chau, a una media en barco de la isla de Hong Kong. La casa de retiros esta ubicada a orillas de un peñasco en donde la vista domina la extensión de la isla y el mar que la rodea. Por si esto no fuera suficiente para cautivar el espíritu, la capilla principal se encuentra en un segundo piso con dos ventanales grandes que hacen posible ver a la distancia la quietud del mar. Toda la casa esta llena de rincones donde se puede tener momentos de meditación, pero mi favorito fue en una esquina donde se encuentra un pequeño balcón y donde era posible percibir solamente el romper de las olas y la inmensidad del mar.


Desde ese punto era posible ver pasar embarcaciones pequeñas, así como algunas más grandes, con la suerte por timón, la esperanza como redes y su paciencia como compañera en búsqueda de ver los frutos de su tenacidad al final del dia. Ciertamente en ocasiones somos como esas pequeñas barcas, frágiles y ligeras, que fácilmente pueden ser embestidas por la olas del desgano, de la indiferencia, de la apatia, de estas y otras tantas formas que en ocasiones pareciera imposible resistir el empuje de su fuerza contra las rocas. Pero a pesar de ello ahí esta, en un vaivén constante y al mismo tiempo seguro que le permite obtener un resultado a su esfuerzo. Se dice que cruzar la meta no es sinónimo de haber ganado la carrera; es el esfuerzo y la forma en como corriste, la formula para llegar a la meta deseada. Que esta cuaresma sea este Espíritu Santo fortalezca nuestra entrega en el anhelo misionero y el Señor Jesús siga llamando cada vez, más y más jóvenes, a subir a su barca.
Bienvenidos a la Misión!!!

Gonzalo Garcia Duran, Seminarista MG en Hong Kong.