Sonreir… encuentro con el otro.

Dios creó al hombre no para vivir aisladamente sino para vivir en sociedad, en comunidad, en relación con los demás, en familia... y es así que por su íntima naturaleza de ser social, de no poder vivir aislado y solo, Dios no lo creó en solitario sino que desde el principio los hizo hombre y mujer (Gen. 1, 27), y además lo dotó de libertad deseando que por medio de ésta llevara la vida hasta su plenitud que es el amor.




Hace cuatro meses que ingresé, a estudiar la Teología, al seminario de Kwang Ju, Corea y ciertamente esta experiencia era enfrentarme a una realidad totalmente diferente, llena de nuevos retos, vivir con nuevos compañeros coreanos, enfrentar una nueva experiencia de vida y gracias a Dios he salido adelante. Es así que he terminado mi primer semestre de estudio teológico en Tierra de Misión, el cual me ha dejado experiencias muy enriquecedoras, nuevas amistades, compañeros y amigos; sin embargo, para lograr esto fue gracias a la relación humana que tuve con los diferentes seminaristas, quienes poco a poco me aceptaron y es por medio de esta convivencia cotidiana, ya sea en el deporte, comedor, escuela y demás actividades que se realizan, que ellos día a día me aceptan y conocen mas.



Como puedes ver, estimado lector, la dimensión humana es de gran importancia en nuestro caminar cotidiano, no importa se estás viviendo en una comunidad o con tu familia, si estudias o trabajas, no podemos vivir aislados sin darle importancia a aquellos que se encuentran en nuestro alrededor (aunque éstos sean de otra raza, cultura, nación...) debemos sonreír y valernos de todo lo que el Señor nos brinda para establecer una relación de encuentro con el otro, pues uno como misionero no debe de estar esperanzado a que los demás vengan a ti, puesto que somos enviados debemos de ir al encuentro del otro y aunque tengamos dificultades, recordemos que Dios no nos deja solos, es Él quien actuará para que se de este encuentro con el otro, por lo tanto, pongámonos en las manos del Señor que Él nos guiará.


Durante mi primer semestre viviendo con seminaristas coreanos, en el seminario de Kwang Ju, fue un gran reto que parecía muy difícil; pero el deporte fue el que me saco de muchos apuros, pues fue por medio de éste que se dio la convivencia con los demás. La vida dentro del seminario no es solo estudio hay momentos de distracción y de practicar algo que nos guste. En mi caso fue el deporte la herramienta que me ayudó a tener acercamiento con la comunidad de seminaristas, no se trataba de una competencia para saber quien era el mejor, sino de ir al encuentro con el otro y establecer lazos de amistad, hermandad, comunidad... que nos ayudaran a crecer en nuestro proceso formativo.



En fin, es un hecho que no podemos vivir aislados, necesitamos de los demás, pero ciertamente debemos de romper nuestros miedos y barreras para poder ir al encuentro de los demás. Si brindamos una sonrisa no nos cuesta nada y si podemos ganar bastante, ya que alegramos el momento de aquél a quien sonreímos y eso no quedará a la deriva pues Dios nos recompensará.
Pues bien, me despido deseando y esperando que te encuentres bien gozando de la compañía de aquellos que te rodean, y si no es así, recuerda que con una simple sonrisa puedes alegrar la vida de los demás, por tanto, se tú el primero en sonreírle a la vida, al prójimo y a LA MISIÓN pues Dios a diario te sonríe... Ánimo y que Dios te cuide y acompañe en tu caminar cotidiano...



En Cristo Misionero:

Alberto Puente Colunga
Seminarista en Corea.