Comunidad: El encuentro con el otro. Ene-Mar 2007

Como seres humanos, desde que nacemos, estamos predestinados a no vivir aislados sino al contrario a vivir en comunidad, pues necesitamos del otro en el caminar cotidiano de nuestra vida. Recuerdo desde mi ingreso al Seminario que siempre se nos hablaba de la comunidad, del vivir en comunidad, pero me surgían algunas interrogantes pues yo no estaba acostumbrado a escuchar esta palabra “Comunidad”.

Al paso del tiempo las cosas se fueron aclarando y fuí entendiendo el significado de esta palabra “Comunidad”. La cuestión era aprender a vivir con la gente que te rodea, en los diferentes momentos de tu vida, en las diferentes casas de formación, en los diferentes grupos escolares, con las gentes del país donde te encuentras... etc. Es una realidad presente en tu vida que exige de la persona misma una disponibilidad y apertura a ese encuentro con el “otro”.











Hoy estoy viviendo esta realidad en este bello país del oriente “Corea” y a pesar de estar inmerso en otra cultura es importante resaltar que el aspecto humano, el ser “Comunidad”, no puede quedar a la deriva pues se palpa en el diario convivir con la gente de diferentes creencias, status y edades, sea en la escuela, en la parroquia, en la calle, en casa, en todos lados, es decir, el misionero pasa a ser un miembro más de esta comunidad coreana.

Vivir en este país me ha ayudado a madurar y enriquecer aspectos de mi persona y al mismo tiempo, en este diario convivir, he aprendido cosas que antes no había imaginado. Estando por acá te encuentras con tantas gentes muy diferentes a tí y te das cuenta, que aunque somos diferentes podemos convivir aceptando nuestras diferencias y respetándonos. Es una experiencia de enriquecimiento mútuo que se aprecia y valora bastante.

Recuerdo cuando en cierto día en la escuela de lenguas, después de que los compañeros se supieron de que quiero ser Sacerdote Misionero, ellos sin ser cristianos, sin practicar ninguna religión o bien practicando alguna religión no cristiana, me pidieron que los tuviera presentes en mis oraciones. ¿Cómo se dió ésto?. No cabe duda que es la presencia de Dios que en nuestro ámbito humano y comunitario actúa.

Dejemos que Dios actué, nosotros somos sus instrumentos y Él sabe que somos humanos, con debilidades, defectos, cualidades... permitámosle que actué y no hagamos caso omiso a su llamado. Hay tanta gente en todos los rincones del mundo que sin ser cristiana o sin practicar ninguna religión están ansiosos de saber más del creador de la vida.

¡AYUDEMOS A DIOS A FORMAR LA COMUNIDAD DEL REINO FUNDAMENTADA EN EL AMOR!
Que Dios los Bendiga en Cristo misionero y mi oración.

Alberto Puente Colunga.
Seminarista MG en Corea del Sur.