Evangelizando en la escuela. Ene-Mar 2007

A veces tenemos la idea de que para evangelizar se necesitan tiempos y eventos especiales dentro de los cuales se deben organizar novedosas actividades en las parroquias (algo que es muy bueno) y nos olvidamos de que la evangelización se debe hacer a tiempo y destiempo donde nos toque estar. El misionero no es un ángel o un extraterrestre, es antes que nada un ser humano y como tal debe de relacionarse con su prójimo, claro sin olvidar la misión especial que le ha sido confiada: “predicar el Evangelio”.




Hace 9 meses llegué a Corea y desde entonces estoy estudiando el idioma coreano en la universidad “Sogang”, una universidad de inspiración cristiana fundada por los Jesuitas, sin embargo la gran mayoría de los estudiantes de la escuela de lenguas no son cristianos. En la escuela todos saben que soy seminarista y aunque los compañeros no son cristianos tienen cierta idea de lo que es un sacerdote y el trabajo que desempeña. Les llama mucho la atención que un mexicano esté estudiando esta lengua con el fin de realizar una labor misionera en este país.




Al principio, por la cultura asiática (la mayoría de estudiantes son japoneses y chinos) todos me trataban con excesivo respeto y pensaban que todo el día me la pasaba rezando, sin embargo con el paso del tiempo se empezaron a dar cuenta que soy un ser humano como ellos y que también me gusta hacer bromas, cantar, jugar futbol, convivir y a veces beber una cerveza con los amigos. Sin muchas palabras y más bien en el convivir de la vida diaria comparto con los compañeros de la escuela la alegría de Dios y su mensaje de amor.

Chosu, un compañero chino que no tiene religión, se ha convertido en un buen amigo, quien por iniciativa propia me pregunta mucho del catolicismo, inclusive una vez me pidió que lo invitará a misa, lo cual hicimos a la primera oportunidad, y a la salida de la parroquia me expreso que le había gustado mucho. Al paso del tiempo tuvimos la oportunidad de comer juntos en varias ocasiones y se ponía muy atento en como iniciaba mi oración antes de comenzar mis alimentos. Ahora cada vez que comemos juntos me imita y ha llegado incluso hasta regañarme si algunas vez se me olvida hacerlo. Sólo Dios sabe lo que pasará con Chosu en el futuro, pero por lo pronto empieza a conocer un Dios cercano, un Dios que es amor.



Alejandro Rodríguez Elías.
Seminarista MG en Corea del Sur.