La importancia de la “Experiencia” de Dios en nuestras vidas. Abr-Jun 2007

Fernando Salazar y su servidor, Juan Arcos desde el estudio del Ingles en Canadá quisiéramos compartir un poco acerca de “la importancia de la experiencia de Dios” en nuestra en nuestra vida.

Y bueno quisíeramos comenzar tomando como punto de referencia de nuestra reflexión a María, pero mas concretamente el “Fiat” de María en la Anunciación. La Anunciación para María marcó un antes y un después en la historia de su vida, cuando el Ángel le anunció que Jesús nacería de su seno y después de ella haber aceptado con su Fiat la voluntad de Dios en su vida, a partir de aquel momento Maria debió de haber quedado envuelta en una profunda felicidad incapaz de poder contenerla, por lo tuvo que correr hacia su prima Isabel para compartirla. A partir de entonces María no volvería a tener otra experiencia parecida a la de la Anunciación, al menos no la encontramos de manera explícita en los Evangelios.


La pregunta es: si María no volvió a tener otra experiencia similar a la de la anunciación, ¿Cómo le hizo entonces para no sucumbir en los momentos mas difíciles de su vida? Sabemos que fue su Fe la que la sostuvo, pero ¿de donde retroalimentaba esa Fe que nunca se vio quebrantada? Sin duda hermanos que Maria tuvo que regresar una y otra vez a la fuente que le daba vida a su Fe, la Anunciación, a aquel momento donde su experiencia de Dios fue inconfundible, donde después de proclamar su Fiat Jesús se encarnó en su vientre, lo cual fue un hecho real que ella experimentó y no una simple alucinación. Si posteriormente en algunos momentos de profunda contradicción para ella como el de la crucifixión, que fue sin lugar a dudas el mayor de todos, se puso a prueba su fe, seguramente que ella recurría una y otra vez a la Anunciación, a aquel momento del cual no cabía ni la menor duda que Dios se hizo presente en su vida.



Hermanos la vida es un caminar a través del cual, siempre encontraremos momentos de dificultad que pondrán a prueba nuestra fe; sin embargo estamos seguros que todos tenemos más de alguna experiencia de Dios, de la cual no tenemos ni la menor duda que fue un encuentro con el Dios vivo en nuestra vida que nos hizo ser diferentes. Y he aquí el pozo que retroalimentará nuestra fe cuando ésta comienza a languidecer, he ahí la vida que nos vuelve a dar vida, he ahí la certeza que mantiene viva nuestra esperanza, he ahí la fuente de la que podemos beber agua cuantas veces sea necesario, como la cierva baja al arroyo cuantas veces tiene sed.




Hermanos ésa ha sido nuestra experiencia aquí en Canadá, hemos atravesado por momentos en los que Dios parece ocultarse y en los cuales nada es suficiente, aun la oración; momentos en que extrañamos nuestra gente, nuestra familia, nuestra cultura, momentos en que en lugar de avanzar en el aprendizaje de la lengua parece que retrocedemos, momentos en que nos sentimos solos aún cuando estamos acompañados. Y es aquí donde hemos aprendido a beber agua del único pozo que nunca se seca, de aquellas experiencias de Dios que alguna vez cambiaron nuestra vida y nos hicieron verla diferente y que ahora se han convertido en nuestra fuente, esa fuente inagotable de la cual hemos aprendido a beber, de modo que aunque atravesemos por desiertos y cañadas obscuras, siempre llevamos un oasis de nombre “DIOS”.


Hermanos ANIMO y hasta la próxima y no olviden que aunque todos los pozos se sequen, siempre nos quedará uno del cual podemos beber.


Juan Arcos y Fernando Salazar
Seminaristas en Canadá