Estudio, Diversión y Misión

De nueva cuenta compartimos con todos ustedes queridos hermanos y amigos una de nuestras experiencias en el trabajo evangelizador. Lo siguiente puede parecer un poco extraño pero en cierta medida es una obra mas que Dios realiza a través de nosotros sus siervos que queremos llevar su mensaje a quienes aún no se les ha anunciado con dedicación y esmero.

Recuerdo que cuando estaba en Canadá estudiando Inglés nuestros compañeros se asombraban y preguntaban de nuestra vocación: “¿Por qué ir a otros países?”; “¿Por qué esta opción?”; “¿Cómo ser capaces de renunciar a otro estilo de vida: profesión o familia?”. Sin embargo, para algunos de ellos era asombroso que jóvenes como nosotros disfrutaran del ambiente juvenil, deportivo, convivencias, alegrías, etc. Para ellos resultaba un poco asombroso que los seminaristas fueran entusiastas y “buena onda” (así decían). Pues ante esta novedad para ellos, nosotros nos incluimos en su ambiente, que también era el nuestro, estudiar, divertirnos, tener amigos, conocernos, compartir algunas actividades de recreo, como el fut bol, el basket, paseos, etc. inclusive la primera vez que ellos nos invitaron a participar en sus juegos de basket quedaron atónitos. Unas religiosas misioneras de Colombia y yo jugamos con ellos. Cuando llegamos, todos estaban asombrados porque yo llegué con mi ropa deportiva, pero las hermanas solo portaban su habito (no largo, sino corto). Al principio ellos jugaban precavidos pues tenían miedo golpear a las religiosas o lastimarlas, ellos actuaban con miedo; pero cuando notaron que una hermana era muy buena en el dominio de la pelota y en las canastas el miedo se hizo a un lado y empezó la diversión en el partido de basket. Jugamos por buen tiempo y todos terminamos cansados y fatigados pero contentos porque habíamos compartido una bonita forma de vivir y ver la vida desde otra “perspectiva”.

Considero que como misioneros nuestra tarea es mucha. Ella inicia desde el estudio de una lengua, pero en ese estudiar está el compartir, divertirse con los compañeros de forma sana llevando a cabo la fraternidad y la amistad, y en ese mismo ambiente llevar a cabo la misión, anunciar con nuestra vida, con nuestra conducta que el llamado que Dios nos ha hecho no nos hace “diferentes” o “extraños” física o humanamente, sino todo lo contrario, nos ha hecho capaces de ver la vida de otra forma, con capacidad de compartir y vivir el ambiente en donde somos puestos por el Señor.




Así mismo esta experiencia me hace recordar las palabras que Jesús dice a sus discípulos: “a donde quiera que vayan y entren coman y beban de los que les den” (Mt. ----), mismas palabras que colocadas en nuestro ambiente son: “jueguen y compartan de aquello que ellos juegan y disfrutan”. La misión del anuncio del Reino y del mensaje de salvación no está fuera de contexto, sino que nuestra vida tiene que ser un lugar donde la Palabra de Dios convierta nuestro contexto en el contexto de la fraternidad y de la convivencia.

Nuestra misión es anunciar a Cristo ahí donde hemos sido puestos en la universidad donde estamos aprendiendo un idioma, en la comunidad donde vamos a misa los domingos, en los caminos a nuestras escuelas donde siempre cada mañana nos topamos con nuestros vecinos o trabajadores circunvecinos. La misión de anunciar a Cristo y su mensaje de Salvación es todos los días, las veinticuatro horas, los 365 días y siempre. No esperemos a ser sacerdotes o consagrados, el tiempo del anuncio es ya una tarea de hoy.



Fernando Salazar Casango
Seminarista en Hong Kong